El recorido

 

La relatividad puede ser inexistencia,
la verdad se esconde en las miradas
y una dosis de ansiedad y de impaciencia
va agitando estas tardes relajadas.

Cada vez es más serena la alegría
y más sensata cada celebración.
Y si duermo es de noche y no de día
ya no lleno de humo mi pulmón.

Tengo miedo de que el tiempo haya pasado
y que sea tarde para hacer lo que he querido.
Siempre digo que no existe el desgraciado
y voy negando a mi enemigo más temido.

Yo que nunca me preparé para la adultez
ahora los años se me notan en el cabello,
yo que nunca me he planteado envejecer
creo que debo, de una vez, pensar en ello.

Ya los viernes también son pa trabajar,
ya los sueños los prefiero compartidos,
las mayores me dejaron de gustar,
digo “que loco” cuando miro el recorrido.

«Que difícil se me hace
mantenerme en este viaje
sin saber a dónde voy en realidad»