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Podría ser mejor o peor

La pandemia y la desidia 
en el país de nadie,
en el lugar
que el tiempo olvidó.

Las quejas,
la angustia,
el llanto y
la desesperación.

Sobreprecio,
inflación,
deterioro,
represión.

Pero colores,
para estos grises
condenantes.

Pero luces
para esta oscuridad
reinante.

Lo llevo bien,
pero podría ser mejor,
con abrazos más cercanos.

No sobra nada,
tampoco falta nada,
gracias a Dios.

Pero sería genial
verte despertar
todos los días a mi lado.

La calle

La calle
hoy con un aire de nostalgia
inevitable.

Aunque el verde es más verde
y la ausencia de gente
amplía el horizonte,
las calles
que tanto anduve
ya no serán lo que fueron.

Socialismo, represión,
delincuencia…
Y por si fuera poco,
ahora una pandemia.

Transitan.

Se adueñan.

Van y vienen.

La secuestran.

Para mi siempre fue ajena,
aunque pretendía que era mía.
Aunque creí ser de ella,
la calle nunca me hizo compañía.

Y hoy es más ajena que nunca.

Bruma

Tu bruma me abruma.
Y yo solo sé correr.
Y aunque estaba cuando te fuiste,
pienso desaparecer.

Tu silencio me aleja,
tus cambios me espantan.
Tus demonios me levantan
y ya no entiendo tu queja.

Yo que soy un inseguro
y no se mucho de nada,
solo agacho la mirada
y levanto bien mi escudo.

Ya ni hablo, me hice mudo,
se me olvidan las palabras
ya no espero que me abras,
estoy construyendo un muro.

Cuando llego a ciertos puntos,
ya no quiero explicaciones
y me sobran las razones
pa olvidar ciertos asuntos.

«Experto fugitivo
cuando manda la ocasión.
Militante del olvido,
cuanto más lejos mejor»

Virtud

 

Contrario a lo que te enseñaron,
no encajar es virtud.

Los que no encajamos
burlamos los esquemas
y rompemos todos los moldes
sin ponerle a todo un  nombre.

Aprendemos a hacer caminos,
a crear nuestros procesos
y a pintarnos amaneceres
para no sentirnos presos.

Diseñamos nuestras «horas»
para no morir en los intentos,
calculadas a nuestro ritmo,
sabemos que no existe el tiempo.

No dormimos por las noches,
no encajamos en la estructura.
Sonreímos y cantamos
aunque la cosa esté dura.

La vida no es cuadrada…

Y no se vive solo acá.

Luz

 

Es una hazaña increíble que un ser humano pueda crear estrellas,
que pueda generar luz con su cuerpo,
que se puedan desprender más almas de la conexión de dos.

Es infinitamente hermoso el amor cuando genera vidas capaces de cambiar vidas,
cuando vienen lucecitas a brillar y deslumbrarnos a todos,
cuando un ser tan indefenso, puro e inocente viene a enseñarnos las más hermosas y valiosas lecciones;
cuando un sol de carne y hueso viene a compartirnos su brillo, por poco que dure.

A veces no entendemos el por qué de las cosas y no sé si debamos entender,
pero lo que sí debemos saber es que todo nos nutre,
nos ayuda a crecer y nos hace mejores seres.

Hoy agradezco a Dios la vida,
sobre todo la que va más allá de esta.

Pido consuelo, fe y perseverancia para los creadores.

La vida es un milagro increíble, sublime y más que mágico.
Y lo mejor de la vida es que nunca se acaba.

Feliz navidad sangrienta

 

Los primos crecieron,
los amigos se fueron.
Las luces se apagaron
y la ciudad no brilla como antes.

La tradición se pasea por el mundo,
el amor se hace más grande.

Nos separamos,
incluso los que quedamos no nos podemos abrazar.
Nada es como antes,
nada es igual.

Pero que iluso pensar que nada iba a cambiar
cuando el cambio es parte de evolucionar.

Ahí voy, comprendiendo lo que casi todos saben y yo me negaba a ver.
Y agradezco la experiencia, las lecciones, la vida
el amor, los amigos, la familia y las últimas navidades extrañas. Todo es aprendizaje.

Esta, tal vez, será la navidad más extraña. Pero la miro sonriente, sereno y agradecido…
Y en silencio los abrazo a todos cuando cierro mis ojos y los pienso.

¡Espero que todos tengan la mejor nochebuena posible, que Dios les bendiga!

«Feliz navidad sangrienta te desea mi corazón en venta»

Excusas innecesarias para una tarde en San Telmo

Creo que te vi en San Telmo,
yo versé mis penas para recitarlas
un día de arte y tertulias,
yo tenía el corazón roto.

Creo que te vi en el festival,
se acercó a mí
el francés que te acompañaba
y me invitó una copa.

Yo estaba ciego de dolor,
roto y marchito.

Eras rubia entonces.

Yo me tomé el vino y no podía ni hablar.
Veía mi dolor pintado en la pared bailando flamenco.

Discúlpame que no te miré como me miraste.
Discúlpame que ese día “le hablaste a un agujero negro”.

No me creía nada,
no podía nada.
Y lo notaste,
mi presentación densa
abrumaba al público.

Mi oscuridad llenaba mis sonidos
y cada noche que tocaba mi guitarra
Tocaba también mi infierno interior,
me rasgaba el alma delirando en el pasado.

 

Foto de sergee bee en Unsplash