Aquella noche vi
que hiciste un puente hermoso,
no lo quise cruzar.
Yo sigo temeroso.
Y la luz en tu piel
brilló en la oscuridad de mis dudas
volviendo a despertar
lo que mataste alguna vez.
Después te abrí las letras
de mi lugar ajeno,
pero con mi veneno
se estancaron mis puertas.
No creas que no me doy cuenta,
pues te brillan los ojos.
Yo solo me hago el loco
y aguanto mientras pueda.
Pero es que es imposible
resistirse a tus encantos
y todo lo que canto
se hace realidad.
Entonces pasará
lo que es inevitable,
ya tenías la llave
para volver entrar.