La lluvia baña lo que queda de la ciudad que anduvimos.
No hay rastros de nosotros,
no hay rastros de nuestros pasos.
Diez años después dejamos de existir.
Ya ni siquiera sé qué lugar es este,
me cuesta reconocerlo
pero sé que no me he movido.
No te extrañé nunca más,
no reviví tus fluidos en labios ajenos,
no paré de caminar en círculos,
en cuadros.
Tal vez tu padre tenía razón,
a pesar de que te quería
se notaba mi borrachera
y mi mala voz.
No sé por qué aún estoy en el lugar de siempre,
en la misma ciudad y con la misma gente…
Si está claro que nunca volverás.