Me sabía cada escalón,
cada milímetro del pasillo.
Conocía cada balcón
y cada puerta.
Ayer (hace 20 años) había estado aquí.
Sonreía y lloraba
al mismo tiempo.
Sentía que seguía
en el siglo pasado.
Sentí que viví ahí la semana pasada
pero ya no estaban los miedos,
ya no había inseguridad,
ya no había pánico escénico.
Me encontré
en ese lugar
en el que pasé una eternidad
cuando 5 años eran un «para siempre»
Me despedí un día
pensando que nunca volvería
y allí estuve de nuevo
aunque ya no quedaba nadie.
«Volver con la frente marchita
las nieves del tiempo platearon mi sien.
Sentir que es un soplo la vida
que veinte años no es nada,
que es febril la mirada»