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Vinitos y cervezas – Dieguitos y Mafaldas

 

Abrimos las puertas del sur entrando por el río de la plata.
De encontrar algo malo, se “banca”, lo mejor es que estás tú.

De la mano: la noche y la luna. De la mano: tú y yo por ahí.
La milonga se disfruta más si la estoy escuchando junto a ti.

Me decías que me amabas caminando por toda la Santa Fe
y se estaba tan bien que, aunque con la frente marchita, algún día he de volver.

Caminamos muchos días cuánto se podía andar,
nos amamos más de lo que se debe amar.

Luna de miel en el sur, luna brillante y prodigiosa,
luna radiante y poderosa, luna que me regalaste tú.

Hay un candado en Montevideo que espera a que volvamos,
el mañana en estas manos que hoy se aferran a las tuyas.

Vicentico, Calamaro y Dave Matthews nos cantaron,
Y nos cantó el colectivo que nos movió a escuchar los tangos…

Las callecitas, los mates,
el chivito y el matambre,
los puntos de venta ausentes,
Puerto Madero, Florida, Corrientes.

Vinitos y cervezas…
Dieguitos y Mafaldas…
Y tu forma tan siniestra de llevar la minifalda.

Natural

 

No es que no me guste su maquillaje,
pero la prefiero despeinada,
recién despierta
y sin salir de la cama.

La prefiero desnuda y somnolienta.
La prefiero natural y libre.
La prefiero sin discursos,
sin ponerle una etiqueta.

La prefiero aletargada,
sin control, sin certezas.
Con suspiros genuinos
y con sonrisas auténticas.

La prefiero sin armadura,
humana y vulnerable.
Contagiándome el bostezo
justo antes de besarme.

Es “mi fruta favorita”

Extraño a mis amigos

Pensé que sería diferente,
que a esta edad estaría viviendo en mi casa de la colina
y que Jerson sería mi vecino.

Que haríamos parrillas los domingos
con El tigre, Dani, Carlos Andrés, Toña González, El Pollo, Maudy,
Tuli, Ricardo, Ali, Katy, Kell, Cristopher, Dassa, Mady, El Ponke, El Porky…

Que volveríamos al Búnker cada cierto tiempo,
para ser viejos verdes, para ser mentes de pollo
y comportarnos como lo hacíamos cuando eramos carajitos,
como nos comportábamos hace unos diez años.

Pensé que contaríamos los mismos chistes
una y otra vez.
Y que igual, borrachos,
nos cagaríamos de risa.

Pensé que haríamos el tradicional intercambio/cena
todos los diciembres de nuestras vidas.

Pensé que el Fist, eventualmente, volvería
y que Toñita nos visitaría con más frecuencia.

Pensé que de vez en cuando le meteríamos al mecánico
y le echaríamos llave al Rogelio (mi mustang, sin cauchos, varado en un estacionamiento).

Pensé que iríamos juntos a los estrenos de las películas de Marvel y Star Wars.

Pensé que cada cierto tiempo
haríamos salchichas alemanas y pizzas en casa de Felipe,
que iría El Peñón, Alissa, Gisel, Joel, El Percuelo…

Pensé que sería el “Tío Jesse” de Mía, Sebas, Santi y Sofía.

Pensé que volveríamos todos juntos a Cayo Sombrero.

Pensé que nunca pararían las reuniones en Villa Julisa.

Pensé que el café con Edy, Belk, Mala y Eli sería más seguido
y que, algunas veces, no sería café.

Pensé que pasaría rápido esta tragedia,
pero se instaló más de lo que muchos podemos soportar…

Hoy seguimos juntos,
pero con una vida distinta a la que imaginé…

Y no puedo quejarme de nada,
¡porque vivimos demasiado!

Es solo que a veces quisiera que las cosas sean, de a ratos, como antes…

Extraño mucho a mis amigos.

Nadamos en mierda

Debía ser diferente,
debía ser púrpura o verde,
no debía ser gris…

Pero la maldad, el caos, la injusticia, la indiferencia y el silencio
son nuestro pan de cada día.

No escribir una queja me haría más cómplice
(igual, todos lo somos de alguna forma).

Por lo menos esto que haga,
porque no hago más nada…

Hoy no puedo moverme…

Nos matan y ya no importa,
nos inmovilizan,
nos desmoralizan,
nos confunden,
nos atropellan,
se burlan de nosotros…

Yo no sé qué hacer,
no sé qué creer,
no tengo ninguna certeza,
no tengo voz
y a veces me quitan la voluntad…

Lo único que puedo hacer, por el momento,
es insistir en algo que dije el año pasado:
La maldad es roja. Roja rojita.

No hay muerto que no me duela,
no hay un bando ganador,
no hay nada más que dolor
y otra vida que se vuela”

No podemos negar que estamos nadando en mierda.