Creo que te vi en San Telmo,
yo versé mis penas para recitarlas
un día de arte y tertulias,
yo tenía el corazón roto.
Creo que te vi en el festival,
se acercó a mí
el francés que te acompañaba
y me invitó una copa.
Yo estaba ciego de dolor,
roto y marchito.
Eras rubia entonces.
Yo me tomé el vino y no podía ni hablar.
Veía mi dolor pintado en la pared bailando flamenco.
Discúlpame que no te miré como me miraste.
Discúlpame que ese día “le hablaste a un agujero negro”.
No me creía nada,
no podía nada.
Y lo notaste,
mi presentación densa
abrumaba al público.
Mi oscuridad llenaba mis sonidos
y cada noche que tocaba mi guitarra
Tocaba también mi infierno interior,
me rasgaba el alma delirando en el pasado.
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