Ese día no estaba claro
y no me importaba nada
pero tu diste en el clavo.
El martillo: tu mirada.
Quería darte letras
exprimiendo lo que sentía,
pero lo que tu esperabas
era, simplemente, compañía.
Y yo muriendo de ganas de acompañarte
pero hundido en un anhelo de perfección
que no me dejaba mirarte…
Me hice nostálgico algunos instantes
pensando “ojalá estuvieras aquí”…
Hasta que me llamaste…
Y fuiste mi Valentín…
La pantalla venció a la distancia,
tus ojos seguían desbordando magia
incluso dentro del cristal que brillaba
y tus palabras me enamoraban.
…
Me pongo unas alas
no importa más nada…
Gracias por la velada.
“Que viva la telefonía en todas sus variantes.
Pensando estaba que te me escabullías,
Cuando vi tu nombre en la llamada entrante.
Bendita cada onda, cada cable,
bendita radiación de las antenas
mientras sea tu voz la que me hable
como me hablaste hace un minuto,apenas”