No vi la luz de la que me hablaste,
caminé mirando hacia abajo y volteaba cada cierto tiempo.
No sé si por miedo o por nostalgia,
pero me perdí el amanecer…
Ahora, el sol me quema las heridas.
Las que no quise que cicatrizaran…
Mis pasos deben ser distintos,
tal vez deba darlos al costado o hacia atrás
para poder emprender la marcha de mejor forma
y no perderme más.
Ya sé por donde no debo ir,
ya me se los paisajes que no llevan a ningún lugar.
La experiencia no es inútil,
agradezco haberme perdido.
Todo lo aprendido es útil
agradezco el recorrido.
Agradezco el anochecer,
porque me dice que volverá a amanecer.
La poesía me sirve y las canciones me curan.
O todo lo contrario.
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