Hablemos de la luz,
hablemos del brillo.
De ese brillo
que te empeñas en escondernos.
Ese brillo que se pierde
cuando el miedo te consume.
De ese que he notado brotar
cuando la casualidad nos une.
Del brillo que nace cuando
el afán no nos alcanza.
Cuando las agendas permiten
hacerle espacio a la magia.
Hablemos de esa estrella
que nació de la explosión
de nuestros vacíos al
toparse frente a frente.
Hablemos de las teclas
con esperanza retroiluminada.
De ese brillo que sale
de las ventanas de tu alma.
Hablemos de la casualidad,
de que no existe tal cosa.
De esa dicha peligrosa
de la inoportunidad.
Nena, te diré algo con palabras prestadas:
“La vida no para,
no espera, no avisa.
Tantos planes, tantos planes
vueltos espuma.
Tú, por ejemplo,
tan a tiempo y tan inoportuna”