Vi la luz estrellarse en tus ojos,
vi una explosión en tu vientre.
Acampé en tu pecho
la noche antes de mi huida.
Me perdí entre tus piernas,
me aprendí tu piel,
encontré en tus manos
una razón para recomenzar.
Respiré tu cabello sacándote de la ciudad.
Sembré vida en tu boca,
en tus senos, en tus mejillas,
en tu espalda, en tus manos
y en todos tus túneles mágicos.
No me importó perder la vida en tu ausencia
porque sé darle batalla a la contrariedad…
Que extraño que ahora, tan lejos,
seas la única que me entienda.
Puedo hablarte de quien fui, de quien soy,
de quienes fuimos, de quienes somos.
De quien eres…
Pero nunca de quien fuiste.
Foto de Calvin Hanson en Unsplash